Red de Respuestas Legales - Leyes y reglamentos - A medida que los internautas administren sus plataformas sociales de manera cada vez más sofisticada, ¿sufrirás la "vergüenza de ser ordinario" debido a tu vulgaridad?

A medida que los internautas administren sus plataformas sociales de manera cada vez más sofisticada, ¿sufrirás la "vergüenza de ser ordinario" debido a tu vulgaridad?

Primero, la vergüenza puede ser una experiencia de aprendizaje social.

Desde una edad temprana vamos aprendiendo poco a poco qué conductas serán reconocidas por el grupo y qué conductas serán rechazadas y castigadas en las interacciones sociales. La vergüenza nos recuerda que podemos ser desaprobados o castigados cuando violamos las normas sociales. Por tanto, la vergüenza es parte del proceso de socialización que nos ayuda a adaptarnos a las expectativas y estándares de la sociedad.

En segundo lugar, la vergüenza puede estar relacionada con mecanismos de defensa psicológicos.

Cuando nos enfrentamos a situaciones incómodas o embarazosas, la vergüenza puede ser un mecanismo de defensa que nos ayuda a reducir el impacto negativo de las malas emociones. Al sentir vergüenza podemos transformar las emociones negativas en motivación para la autorreflexión y la superación, mejorando así nuestra autoimagen y autoestima.

En tercer lugar, la vergüenza puede estar relacionada con la autoimagen.

Cuando sentimos que nuestra imagen o comportamiento pueden ser mal juzgados por los demás, la vergüenza puede ser un mecanismo protector que nos ayude a proteger nuestra autoimagen. Este mecanismo de protección nos impide tomar decisiones que podrían dañar nuestra imagen y reduce la sensación de amenaza a nuestra imagen.

La "vergüenza ordinaria" es un problema emocional que se manifiesta como vergüenza por ser normal o no lo suficientemente bueno. Este síntoma puede hacer que nos sintamos inferiores al compararnos con los demás, o incluso ignorar nuestras propias fortalezas y valores. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que el valor de cada persona es diferente y no podemos definir nuestro propio valor y estatus simplemente comparando plataformas sociales.

Debemos afrontar lo ordinario. Ser ordinario no significa fracaso o mezquindad. Por el contrario, la cotidianidad es una fuerza estable y tenaz. Debemos aprender a apreciar a quienes trabajan en silencio y se dedican de todo corazón. Puede que no persigan la fama y la fortuna, pero siempre se apegan a sus creencias y valores y hacen contribuciones desinteresadas a la sociedad.