Una novela del abogado Huo Siyan.
Huo Siyan la miró en silencio. Después de mucho tiempo, soltó su brazo, se apoyó suavemente en el respaldo de la silla de cuero y cerró levemente los ojos. Parece cansado. Wen Zhiyu no pudo decir una palabra de reproche, por lo que lo miró de reojo.
Aspectos destacados:
Wen Zhiyu rompió con Jiang Ze la primera noche y se fue a pescar a Kaizi.
Estaba borracho y no podía soltar a un chico guapo.
El hombre que estaba siendo abrazado no lo detuvo, pero dijo casualmente: "Eres bastante atrevido".
Wen Zhiyu estaba completamente apegado al cuerpo del hombre. Levantó los ojos llorosos en este momento.
El hombre la apartó un poco y dijo: Soy el primo Jiang Ze.
Wen Zhiyu miró al hombre con seriedad. Sus rasgos faciales y su rostro algo familiar le hicieron darse cuenta instantáneamente de que se trataba del primo de alto vuelo de su exnovio. Huo Siyan. Estudió medicina desde muy joven y le fue bien en el hospital más impresionante de la ciudad. Es un experto en aumento de senos.
Él fue su médico de cabecera la última vez que tuvo dolor en el pecho.
Es solo que ese día cuando la estaba examinando, llevaba una máscara y parecía extremadamente indiferente. Sus ojos no vacilaron en absoluto mientras sus manos se movían sobre una parte de su cuerpo para ser examinada.
Después del examen, no desperdicié una palabra con ella. Solo por la amabilidad de Jiang Ze, asentí hacia ella.
Es como un gran Buda, sin anhelos ni anhelos, y la gente solo puede mirar desde la distancia.
Con asombro ante el médico, Wen Zhiyu de repente se despertó, se enderezó y dijo: oh, hola.
Huo Siyan se quitó la corbata y dijo: Llamaré a Jiang Ze y le pediré que te recoja.
Wen Zhiyu dijo sinceramente que rompimos.
Huo Siyan levantó las cejas varias veces, sin saber lo que estaba pensando. Después de un rato, dijo lentamente, entonces te llevaré de regreso.
Wen Zhiyu sintió que sus ojos tenían significado, pero al principio no pensó mucho en ello.
No fue hasta que el auto se detuvo abajo que él abrió la puerta y la dejó regresar.
Cualquier hombre que quiera evitar sospechas ya se habrá marchado después de despedirlo.