¿El núcleo del pensamiento jurídico de Agustín?
El pensamiento ético es siempre un complemento del pensamiento político y del pensamiento jurídico. Ambos se complementan y desempeñan un papel en la estabilización de la sociedad. El pensamiento ético medieval tenía un fuerte sabor religioso y casi todas las cuestiones morales estaban vinculadas a las enseñanzas cristianas. Agustín y Tomás de Aquino fueron dos filósofos escolásticos y teóricos teológicos.
Agustín vivió una vida disoluta cuando era joven. La primera parte de sus Confesiones describe el proceso de autorreflexión y transformación. Estaba preocupado por el problema del pecado. Al principio, buscó respuestas en el dualismo maniqueo entre el bien y el mal que prevalecía en la época. Esta teoría sostiene que el bien y el mal son dos entidades opuestas, cada una con sus propios principios. El mal será castigado y el pueblo de Agustín puede ser irresponsable. Sin embargo, esto no calmó su estado de ánimo. Más tarde se volvió escéptico sobre el bien y el mal y trató de anestesiarse, pero su mente todavía estaba inquieta. Finalmente, se encontró con el neoplatonismo, que le enseñó que la verdad eterna debe buscarse fuera del mundo físico. Esto inspiró enormemente su pensamiento y, combinado con el estudio de la Biblia, finalmente formó un conjunto de teorías.
Monjes agustinos
Según la idea de Platón de que la naturaleza es inmortal, creía que Dios es inmortal y el más verdadero y bueno. Dios no es malo. Respecto a todo lo que Dios creó, esa es otra historia. Nada en sí mismo es perfecto o inmortal. Hay algo de bondad en todo. Por tanto, cree que la reducción del bien es el mal, y el mal no es más que la ausencia del bien. Creía que el mal en el alma no era más que una falta de bondad natural. Una vez que el mal se cura, deja de existir. En su opinión, el crimen es el libre albedrío del hombre, y es la destrucción por parte del hombre de su propia buena existencia y el daño a su propia buena naturaleza. En última instancia, es alejarse de Dios, y alejarse es lo mejor. Fue basándose en esta idea que se arrepintió de sí mismo, se convirtió a Dios y abandonó el mal para hacer el bien.
Así, Agustín defendía una ética basada en el amor a Dios. No creía que el conocimiento fuera una virtud, ni que la felicidad sólo pudiera establecerse cuando las personas desempeñaban sus funciones naturales.