La diferencia en los sistemas políticos de los dos países se puede ver primero en sus nombres. Alemania es una monarquía constitucional, mientras que Francia es una monarquía política. Alemania retiene al emperador, que gobierna el país de acuerdo con la ley, y es una monarquía constitucional; Francia suprime al emperador, y el presidente elegido democráticamente actúa como jefe de estado, lo cual es una * * * paz. El emperador alemán podía convocar y disolver el parlamento, y podía nombrar un canciller del Reich que fuera responsable únicamente ante sí mismo de llevar a cabo las decisiones gubernamentales. Al mismo tiempo, también es el comandante supremo del ejército imperial, integrando poderes legislativo, administrativo y militar. El presidente francés es elegido indirectamente por el parlamento y tiene un mandato limitado. Tiene un gran poder nominal, pero está restringido en todos los sentidos. De hecho, es prácticamente un jefe de Estado. En Alemania, el parlamento está en una posición impotente, y los miembros son simplemente "cabezas de oveja" que obedecen órdenes; en Francia, el parlamento está en el centro del poder nacional. No sólo ejerce el poder legislativo, sino que también está compuesto por el gabinete de gobierno. del partido mayoritario en el parlamento y es responsable ante el parlamento.
Francia y Alemania son países con fuerzas conservadoras feudales muy fuertes. Este trasfondo histórico determina los elementos de compromiso en los sistemas políticos de los dos países. Debido a la oposición realista, la burguesía francesa estuvo de acuerdo en que la naturaleza del sistema político del país no estaba claramente definida en la constitución. A excepción de algunos senadores que sirven de forma vitalicia, el resto son elegidos por los colegios electorales locales, que en realidad son el bastión de las fuerzas conservadoras. Sin su consentimiento, ningún proyecto de ley aprobado por la Cámara de los Comunes puede convertirse en ley. Además de retener al emperador, el parlamento federal de Alemania, compuesto por representantes de los monarcas de cada estado, también ejercía un mayor poder legislativo que los senadores franceses, lo que convirtió al parlamento imperial electo en una decoración para blanquear la fachada del imperio. Además, las constituciones de ambos países no prevén los derechos y libertades democráticos básicos del pueblo.